lunes, 28 de junio de 2010

Sin rubor


Hace ya unos meses, y después de ver el programa Salvados (La Sexta) del 7 de marzo de 2010, en donde Jordi Évole juntaba a Josep Anglada y los responsables de la mezquita de Reus, se me ocurrió un ejercicio de reflexión conjunta con otros colegas. El objetivo era saber si el programa nos había provocado más carcajadas o más dudas. Al final de todo ello, decidí enviar el siguiente texto (en catalán) al diario Público. Si además quereis ver extractos del programa, lo tenéis aquí.



Fonamentalismes propis i aliens (Público, 25 de junio de 2010)

En l'era digital, ja no es recorden cites textuals sinó imatges en moviment. Dins l'hemeroteca digital que és internet, els hi proposo recuperar -per si no la van veure- el programa Salvados emès per La Sexta el 7 de març passat, on un impertèrrit Jordi Évole es va atrevir a fer un còctel de fonamentalismes propis i aliens. He de reconèixer que vaig riure de gust en veure l'Évole amb "cara de poker" davant dels comentaris de l'imam de Reus i d'en Josep Anglada de Vic. Però no nego que també em va generar una certa preocupació. En comentar el programa, alguns companys a la universitat lamentaven que aquest tipus de programes contribuien a banalitzar els arguments que fonamentalistes “de medio pelo” anaven propagant esperant aconseguir nous adeptes. Tenien raó. Però també la tenien aquells que em deien que el programa es va convertir en un saludable exercici de ridiculització d’aquests actors, que no entenien la provocació que se’ls llençava. Certament, l’humor es converteix en una estratègia per a poder encarar millor una polèmica que ens ofega. A tall d'exemple molt actual, els hi proposo el treball del caricaturista holandès Peter de Wit, Burka Babes, recentment editat al castellà per Glénat.

Davant de la polèmica aparentment inesgotable entorn al vel integral a Catalunya, visionar de nou el programa d’Évole és més que oportú. Sense saber-ho, ens proporciona una interpretació del debat on estem immersos. El programa de Salvados mostra l’oposició entre dos pols que activen l'actual polèmica: per una banda, els arguments d’una lectura rigorista de l’islam que vol imposar com a norma comunitària unes pràctiques i uns hàbits clarament distintius respecte la societat catalana; per l’altra, els arguments obertament xenòfobs, apuntats per un populisme accelerat que troba en la immigració i en l‘islam la causa de tots els mals de la nostra societat. Aquest és un eix ideològic de confrontació que fins l'actualitat es trobava desconnectat, en quan a que els dos pols no interactuaven ni es responien entre si. Allò que ha permès establir aquesta connexió ha estat l'actual debat, on s'han llençat la resta de forces polítiques, que han comès l'error d’embestir només un bulto inconcret i difús (el fonamentalisme aliè), i oblidant -o, en el pitjor dels casos, assumint- els arguments de l'altre element present en l’escena (el fonamentalisme propi).

Després de veure aquell programa, se'm acut la següent reflexió: sembla que avui en dia s’estigui perdent tot rubor davant de l’expressio d’afirmacions que, temps enrera, haguessin expressat una certa autocontenció en pensar que aquestes poguessin ser malinterpretades. Quan en Josep Anglada diu que cal expulsar als immigrants irregulars o que s’ha de prohibir la construcció de mesquites, ja ha perdut el rubor a que algú li acusi de racista. Ell es considera “realista”. Quan l’imam de la mesquita afirma que no té proves de l’existència de la implicació de Bin Laden en l’11-S, o quan afirma que la poligamia “és bona”, no tem que ningú li acusi de radical. Ell es considera “musulmà”. Un i altre coïncideixen a pensar que ja no és necessari aplicar cap mena de contenció als seus arguments, i que aquests poden ser expressats obertament sense preocupar-se de l’efecte que provoquin sobre la resta de gent. “Si no els agrada, que no escoltin, però això és el que és”, deuen de pensar. Per aquests i altres motius, ambdós fonamentalismes, malgrat repel.lir-se mutuament, poden conviure i respectar-se, sempre i quan cadascú es mantingui arrecerat en la seva pròpia comunitat autoexcloent. Els extrems es toquen, diu el refrany, perquè es necessiten per donar-se sentit a si mateixos.

Els problemes, certament, els tenim els altres. Aquells que entenem que la polarització entre ambdós tipus de fonamentalismes és una forma d’anorrear l’essència de la vida plural en una societat democràtica. Ens queda com alternativa tornar a veure el programa de l’Évole: potser ara ja no ens farà tanta gràcia.

La política, estúpidos

Mucho me temo, que la única forma de acabar con este reguero de mociones, prohibiciones y opiniones sobre el velo integral, será la próxima sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya. Lo dejo escrito, y si es así, me podré dedicar a la videncia...y sacarme unas perrillas gordas.

sábado, 19 de junio de 2010

Peter Berger again...

La divina providencia googleiana a veces nos proporciona textos seminales. He aquí un texto del incombustible y siempre sugerente Peter L. Berger, sobre relativismo y fundamentalismo. Un saludable ejercicio de contrastación de los argumentos propios con comentarios de otros expertos. Una metodología de intercambio científico tan ausente en nuestro panorama académico...

Para quien lo quiera leer, aquí va el link:

Between Relativism and Fundamentalism: Is There a Middle Ground?
(4 de marzo de 2008)

http://pewforum.org/Between-Relativism-and-Fundamentalism-Is-There-a-Middle-Ground.aspx



Y de entremés, este fragmento traducido:

"El relativismo y el fundamentalismo parecen, a primera vista, como opuestos directamente. Más bien, creo yo, son las dos caras de una misma moneda. Ambos tienen sus raíces en el mismo fenómeno claramente moderno. La modernización progresivamente socava las comunidades cerradas en las que los seres humanos vivieron durante la mayor parte de la historia; comunidades en las que había un alto grado de consenso sobre las definiciones básicas cognitivas y normativas de la realidad. Dicho consenso provocaba que estas definiciones recibieran la condición de aquello que se da por sentado, la verdad evidente por sí mismo.
En las condiciones modernas, donde casi todos viven en comunidades en las que la diversidad ha tomado el lugar del consenso, la seguridad es mucho más difícil de conseguir. El relativismo puede ser descrito como una visión del mundo que no sólo reconoce sino que celebra la ausencia de consenso. Los teóricos posmodernistas les gusta hablar de relatos y, en principio, toda narración resulta ser tan valiosa como cualquier otra. [...] Los fundamentalistas responden a la misma situación de seguridad-escasez, tratando de recuperar la certeza absoluta sobre todos los aspectos de su visión del mundo. La  duda no está permitida. El desacuerdo es un enemigo que ha de ser convertido, rechazado o, en caso extremo, eliminado. Los dos últimos siglos de historia han dejado muy claro que existen fundamentalismos seculares como religiosos
. Tanto el relativismo como el fundamentalismo amenazan el orden moral básico sin el cual ninguna sociedad, y menos aún una democracia liberal, puede existir: el relativismo porque convierte la moralidad en un juego caprichoso, el fundamentalismo porque balcaniza la sociedad en campos hostiles entre sí que no pueden comunicarse."

El mal musulmán y el buen islam



(Texto publicado en El Periódico de Catalunya el 15 de junio del 2010)


El atolondrado debate sobre el niqab que vive la sociedad catalana es resultado de una acumulación de polémicas previas, que aún permanecen frescas en nuestra memoria. El caso del supuesto tribunal islámico de Valls, las coacciones a la mediadora de Cunit o el velo de la adolescente de Pozuelo de Alarcón (un caso que, a pesar de que no se produjo en Catalunya, sirvió para hacernos creer que aquí teníamos superado este tema) han ido sedimentando nuestros prejuicios en una especie de cono de eyección volcánico, que ha entrado en erupción a través del debate sobre el velo integral.

El niqab es un mal asunto en el telar de la convivencia ciudadana. No solo por su radical diferenciación de género, sino por la ostentación de la doble ruptura de que hace gala: respecto a la misma comunidad musulmana (el niqab como antídoto a la perversión estética que supone el hijab) y respecto a nuestra sociedad (el niqab como respuesta a la perversión moral de esta sociedad). Su inquietante mensaje requiere ser contestado, puesto que se trata de la manifestación de un pensamiento totalitario y fundamentalista. Y estamos muy equivocados si pensamos que será suficiente con prohibirlo en los espacios públicos.

Independientemente de cómo finalice este debate, lo cierto es que ya ha servido para trazar los límites de lo que supone ser buen o mal musulmán, y de la frontera que distingue el buen islam del mal islam. La compatibilidad con los valores propios a esta sociedad dibuja este límite.

A pesar de la arbitrariedad de este supuesto, algunas fuerzas políticas no han dudado en armar su discurso político con sentencias que marcan los límites de lo permisible y de lo reprobable, dentro de la aceptación del islam en Catalunya. Y estos límites ya tienen nombre y apellidos: velo integral y salafismo. Este frívolo uso partidista nos hace perder de vista los procesos de radicalización que, desde ya hace un tiempo, se encuentran en marcha en el seno de estos colectivos.

El salafismo es indicado por los servicios de información como la principal corriente fundamentalista que impulsa interpretaciones que legitiman, entre otras prácticas, el uso del niqab. Algunos comentaristas se aprestan a demonizar esta doctrina como un nuevo «eje del mal» cercano del que hay que protegerse, pero sin comprender las razones de su avance. Aquellos que nos hemos dedicado a estudiar su implantación en el islam catalán desde una perspectiva sociológica, proponemos otro tipo de interpretaciones, partiendo del análisis de su gramática doctrinal y de los condicionantes del panorama islámico en Catalunya. Si el salafismo está bien implantado, no solo se debe a que su mensaje es simple (preservar la pureza del islam original), sino también a la combinación de un triple vacío organizativo, referencial y de autoridad en el islam catalán. El fracaso del modelo de representación apuntalado desde la Generalitat de Catalunya ha dejado al islam huérfano de estructuras y orientaciones, y como si se tratara de un campo de labranza, las trazas que se han practicado sobre la tierra han sido meramente superficiales.

El salafismo acusa a estas interlocuciones que haber dejado las semillas de una conciencia comunitaria musulmana a la intemperie de las influencias de la sociedad catalana. Su propuesta alternativa es simple a la par que efectiva: arados sencillos pero bien afilados en nombre de la tradición, que dejan profundos surcos sobre el terreno, en donde esas semillas pueden hundirse protegiéndose, tanto de las influencias externas, como de las propuestas de introducción de otras semillas transgénicas (las lecturas progresistas del islam), manipuladas con el objetivo de modificar el cultivo «original».

Somos espectadores de una pugna doctrinal interna que busca decantar a las comunidades musulmanas catalanas respecto a unas y otras interpretaciones. La definición de un modelo de gestión del islam de Catalunya (hoy en día, inexistente) ha de tener presente este contexto en ebullición. De nada sirve arrimarse a determinados sectores de un «islam tranquilo» (como se decía en Francia en los años ochenta), si luego se es incapaz de responder a la propagación de determinadas lecturas fundamentalistas. Estamos en un momento clave, puesto que corremos el riesgo de echar por la borda todos los esfuerzos de comprensión mutua que se han tejido en los últimos años, por un puñado de votos y por un puñado de niqabs.

Chuletas etnográficas sobre hábitos vestimentarios

Desde ya hace algún tiempo, que voy recogiendo los gráficos que incluyen algunos medios de comunicación en relación a la variedad de hábitos vestimentarios de las mujeres musulmanas. Ahora que estamos en pleno debate sobre el velo integral en Catalunya, no deja de ser intersante el esfuerzo de los medios por facilitar nuestra identificación de uno u otro hábito, cuando yendo por la calle nos encontremos con estas mujeres. Un buen ejemplo de reduccionismo etnográfico...

El País, 21-3-2007

Público, 11-10-2009

RTVE, 27-5-2010


El Periódico de Catalunya, 27-5-2010