viernes, 29 de julio de 2011

Anti-semitismos

Como hace unos días Javier Valenzuela, Josep Ramoneda argumenta hoy en El País (http://www.elpais.com/articulo/opinion/Islamofobia/enemigo/casa/elpepiopi/20110729elpepiopi_12/Tes), que lo que representó en los años treinta el antisemitismo para una Europa miedosa y paranoica, representa la islamofobia de hoy. O lo que es lo mismo, nuestros miedos de siempre -ante nuestra propia definición como civilización- buscan chivos expiatorios al uso, dependiendo de la escala social en la que éstos se encuentren. Cuando la desigualdad es injustificable, y cuando no se quiere hacer frente a la evidencia de que nuestra idea de justicia social todavía está muy lejos de estar consolidada, siempre acuden los argumentos culturales, religiosos o de cualquier otro género para tapar nuestras vergüenzas.

Es significativo, no obstante, que esa equiparación entre judeofobia e islamofobia ha sido objeto de más de una objeción, especialmente por parte de aquellos que pensaban que era posible establecer una gradación sobre los prejuicios religiosos o culturales. Hace unos quince años que investigadores como Stefano Allievi (Universidad de Pádua, Italia), uno de los principales estudiosos del islam en Europa, expuso esa comparación, y le llovieron numerosas críticas por haberse atrevido a -siquiera desde un punto de vista analítico-, comparar la judeofobia secular con una islamofobia que, para estos críticos, aún está por demostrar.

Qué paradójico es apropiarse del término de antisemitismo, cuando tanto árabes como hebreos provienen de la misma raíz semita. Qué contradictorio es querer diferenciar racismos entre si, buscando los matices de la misma exclusión. Qué pérdida de esfuerzos ante una lucha que necesariamente es común, y que no hay que banalizar.

lunes, 25 de julio de 2011

¿Hasta cuándo tanto odio?

 http://www.elpais.com/fotogaleria/Doble/atentado/Noruega/elpgal/20110722elpepuint_1/Zes/12

Xavier Casals se pregunta si las ideas pueden matar (http://www.publico.es/internacional/388640/pueden-las-ideas-matar). Desgraciadamente, ésta parece haber sido una constante a lo largo de la historia. Los seres humanos nos hemos refugiado detrás de ideologías, identidades o dioses, para disimular nuestros miedos y para justificar nuestros odios.

Los atentados en Noruega deberían servirnos para pensar hasta qué punto estamos todos contribuyendo a acredentar las polarizaciones en nuestra sociedad. El orgullo antimusulmán de Anders Breivik sin duda se ha visto influido por toda una corriente de opinión, igualmente orgullosa, que no tiene reparo alguno en criticar abiertamente al islam y a los musulmanes europeos. El problema de estos opinadores no es la crítica, sino la forma en que ejercen esa crítica, que se lleva a cabo desde una supuesta superioridad, que no elabora matiz alguno en sus generalizaciones y, por encima de todo, apela al discurso del miedo y la amenaza como argumento principal. En nuestro país tenemos numerosos ejemplos de lo que digo.

Si "poner a parir al islam", permítaseme la expresion, durante mucho tiempo ha salido gratis, quizás lo sucedido en Noruega nos haga pensar algo tan evidente como que el odio genera odio.