sábado, 4 de enero de 2014

Cómo las NTIC nos acaban generando TIC's

¿Quién no se ha hecho una foto con el móvil? ¿Quién no la ha compartido con sus amigos? Quién no ha perdido la propia vergüenza haciendo el ridículo en la web? Ya hemos olvidado el pudor a exponerse ante la gente, a que nos vean en situaciones cotidianas, con nuestra familia, con amigos,  embriagado o en estado sobrio. Los que por encargo de las empresas de recursos humanos rastrean nuestros perfiles en las redes sociales, podrían llegar a sorprenderse de que llevemos una vida digital discreta y ordenada. En breve, nuestra discreción será interpretada como síntoma de un cierto aislamiento social, como si nuestra vida privada no tuviera el suficiente interés como para compartirlo con el resto de la Humanidad.

El fenómeno selfie es más que interesante de ser analizado. No se trata de un simple autorretrato, sino que busca situarnos dentro de una acción o contexto concreto. Deseamos decir a los demás que "hemos estado allí", y por eso inmortalizamos el momento. Es algo bien diferente a aquellos que se plantan una cámara de video en la cabeza, y se tiran a hacer puenting, a bajar por una pista de nieve, o a palear por un río de aguas bravas. Éstos quieren compartir con nosotros que han "experimentado algo excitante".

Tanto en un caso como en otro, tengo la sensación de que nuestro innato narcisismo, se excita ante la facilidad de inmortalizar digitalmente nuestra insulsa vida que, al ser difundida por las redes sociales, se convierte en algo digno de comentar.

Estoy convencido que en nuestro futuro cyborg, desearemos que se nos implante una cámara de fotografía y video en nuestro cuerpo, para que de esta manera podamos transferir a un disco duro toda nuestra experiencia cotidiana en formato digital.



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