sábado, 8 de febrero de 2014

El asalto a nuestras conciencias




Es de justicia, ante lo sucedido en la frontera del Tarajal en Ceuta, refutar las funestas tesis de Samuel P. Huntington, en las que se refería a que las fronteras con el mundo islámico estaban marcadas con sangre. Occidente construye su presente con la pervivencia de temores pasados. Pero lo cierto es que las únicas fronteras que hoy en dia hacen sangrar y desangrar, son las hemos dejado construir con nuestros impuestos y con la ausencia de nuestras conciencias, para "protegernos" de una amenaza ficticia, creada por nuestro egoísmo ruin, que esquilma los recursos del mundo para nuestro bienestar, y que rechaza a aquellos que provienen del mismo origen.

Recuerdo una viñeta de El Roto que, con su siempre lacerante crítica, afirmaba que los inmigrantes han llegado a Europa siguiendo el rastro del expolio de sus países. La codicia con la que hemos conseguido nuestro estado del bienestar, nos lleva a no desear compartirlo con nadie. De esta manera despreciamos la condición humana, nuestra propia condición, ante las figuras sin nombre, sin rostro, sin historia, de una serie de personas que desaparecen antes de pisar esta tierra. El Mediterráneo se ha vuelto cómplice de este desprecio, al engullir la vida de miles de personas.

Los medios de comunicación sentencian que “la desesperación y la falta de alimentos empujan a inmigrantes a los asaltos”. Describen a estas personas como una masa uniforme, sólo movida por la mera supervivencia, sin orden ni concierto, como una marea humana dispuesta a desbordar cualquier frontera natural o artificial. La deshumanización es característica de la información con la que que se nos intenta inmunizar ante el dolor y la desaparición: hacernos creer que el mal de los otros es necesario para que nosotros mantengamos lo poco que nos queda.

¿Cómo hemos llegado a acceptar esto, a defender nuestros derechos y privilegios mediante concertinas? ¿Por qué nos sentimos salvados por estar en la otra parte de la valla? ¿Cuantos muertos deberan de acumularse a las puertas de Europa para que caiga este muro de insensibilidad? ¿Hasta cuándo resistirán nuestras conciencias sin inmutarse?

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