miércoles, 24 de octubre de 2012

El destino está escrito, por mucho que lo niegue Lawrence de Arabia...

Éste fue el primer texto que publiqué en mi vida, allá por el 1991, junto con otros tres compañeros, todos estudiantes de último año de antropología en la UAB. Nos lo pidió la revista Limes para su número 1, una revista independiente de arqueología que editaba el Col.lectiu de Recerques Arqueològiques de Cerdanyola (el CRAC). Su título, "El estudio de la muerte y de los ritos funerarios desde la antropología". Quién iba a decir que dos décadas más tarde seguiría escribiendo en torno a la muerte...



LA ANTROPOLOGIA Y EL ESTUDIO DE LA MUERTE Y LOS RITOS FUNERARIOS.
Francisco Javier Román Vargas
Antonio Olea Morillas
Juan Padín Mariño
Jordi Moreras Palenzuela


INTRODUCCION
La antropología, como otras ciencias sociales, no ha prestado una excesiva atención hacia el tema de la muerte. A pesar de que el conjunto de la disciplina ha recogido abundantes materiales etnográficos al respecto, pocos han sido los intentos por elaborar una propuesta teórica que abordara esta cuestión. Tradicionalmente, la muerte ha sido interpretada dentro del marco de los fenómenos religiosos.

Los escasos momentos en que los antropólogos han puesto su atención al tema de la muerte, lo han hecho como ejemplificación de su construcción teórica (p. ej., en el estudio de los ritos de paso o de los rituales), y centrándose exclusivamente en las formas en que otras culturas entienden y organizan el suceso de la muerte.

Nuestro trabajo quiere dar cuenta de esta situación, analizando las aproximaciones de las diferentes orientaciones teóricas al estudio de la muerte y los ritos funerarios. Creemos que la determinación de la muerte como objeto de estudio se debe al carácter de la propia aproximación teórica, como forma de interpretación de la realidad. Por ello, más que hablar de la antropología en su conjunto, debemos analizar cómo las diferentes formas de comprender la antropología han abordado este tema.

Una vez presentada la problemática de estos estudios sobre la muerte, citaremos algunos elementos que creemos fundamentales para la revisión de algunas aproximaciones teóricas, así como para la elaboración de futuros estudios sobre la muerte.


EL CONCEPTO DE ORIENTACION TEORICA.
Existe un concepto que puede funcionar como herramienta para entender el desarrollo y los resultados de las investigaciones de la antropología que se aproximan al hecho de la muerte y de los ritos funerarios: este concepto es el de orientación teórica. Entendemos por orientación teórica ese "algo más que las metodologías estrictamente formales y, al mismo tiempo, algo menos que teorías completamente maduras" de Kaplan y Manners. Para estos autores, las orientaciones teóricas son "formas de seleccionar, conceptualizar y ordenar la información, para responder a cierto tipo de cuestionamientos. Estos enfoques pueden ayudar a generar teorías, pero no son, en sí teorías". (1979, p. 69)

Las orientaciones teóricas hacen referencia a la forma de acercarse a la realidad, a las preconcepciones sobre los hechos que determinan lo que llamarémos "una cierta mirada".
Las distintas cuestiones y teorías que se han formulado sobre la muerte y los ritos funerarios son deudoras de una forma de pensar la sociedad y la cultura. Es desde estos "puntos de vista" desde los que se puede definir e interpretar la realidad.

Existen por lo menos  dos formas  de enfrentarse a las distintas orientaciones teóricas: se puede pensar que son modelos o visiones de la realidad inconmensurables o pensar que de alguna manera estas entidades metafísicas se pueden comparar, o si no, por lo menos, es posible mantener una conversación entre ellas.  La identificación de las orientaciones teóricas con las  partes metafísicas de la teoría científica nos permite evaluar estos modelos, someterlos a crítica. Nuestro estudio de las diferentes orientaciones que han estudiado la muerte parte del convencimiento de este "diálogo" es posible.

No es fácil apreciar la separación entre orientaciones teóricas. Incluso en su interior es relativamente difícil encontrar un alto grado de homogeneidad entre sus miembros. Tampoco hemos de considerarlas como construcciones monolíticas que no mantienen ninguna conexión. A lo largo de nuestro trabajo se apreciarán sus evidentes relaciones, manifestación de su capacidad de diálogo y/o comparación.


ANALISIS DE LAS DIFERENTES ORIENTACIONES TEORICAS.

El evolucionismo, en su intento por mostrar cómo la humanidad había conocido, en todas las épocas y en todas partes, las mismas formas y los mismos estadios de desarrollo, señaló la presencia de formas sociales de épocas anteriores (los "survivals"), como apoyo de su desarrollo teórico. El estudio de las formas de organización parental, que parecían mostrar algunos rasgos de supervivencias del pasado, fue fundamental para sustentar el discurso evolucionista. No todos los autores evolucionistas mostraron interés por el tema de la muerte; tan sólo Tylor, Frazer y Bachofen mostraron cierto interés por la muerte y las creencias en el más allá.

Según estos autores, la muerte debía de ser considerada en relacion con el origen de la religión y con el progresivo desarrollo de la cultura. Tylor creía que el origen de la religión se encuentra en la respuesta colectiva a la muerte y a los estados relativos a ella, como el dormir y el soñar. Frazer, por su parte, relaciona listas de ritos exóticos con la "evidencia universal" del miedo al cadáver y la creencia en el alma y en la otra vida. Bachofen dirige su atención al estudio de la sexualidad y de la fertilidad, que están dominadas por el simbolismo funerario. Vemos cómo el estudio del ritual, que será fundamental dentro de la antropología moderna, ya forma parte del interés de estos teóricos evolucionistas.

El evolucionismo no consiguió elaborar las bases de una aproximación teórica a la muerte y a los ritos funerarios. Considerando con Fabian, que el evolucionismo no era más que "un intento de autoidentificación, de cómo colocar a nuestra sociedad en la cima del desarrollo intelectual humano" (1972, p. 546), al no poder colocar en esta cima ningún referente de la muerte en nuestra sociedad -que como comentaba Gorer (1965) era un de los tabúes occidentales más importantes-, no tenía sentido establecer una correlación regresiva hacia otras formas culturales "primitivas" y sus hábitos funerarios, y por tanto elaborar una discusión teórica alrededor de este problema. Se podía citar irracionales creencias y antiguos rituales funerarios de estas sociedades "primitivas", pero todas ellas se situaban dentro de la esfera de "lo religioso", que ni podía ser comparado con la propia sociedad de los evolucionistas, ni dentro de la categoría de "la muerte".

La otra gran escuela del siglo XIX y principios del XX, el difusionismo, también ofrece pautas interesantes para el estudio de los temas relacionados con la muerte y los ritos funerarios. El parecido en las ideas sobre la muerte o los ritos funerarios entre dos lugares próximos puede evidenciar la difusión de estos rasgos en un proceso de contacto histórico. La critica difusionista a las ideas de evolución paralela llevó a la creación de los conceptos de área cultural, complejo cultural y rasgo cultural en su intento por demostrar los contactos e influencias en conjuntos relacionados geográfica e históricamente. La presencia o ausencia de rasgos comunes entre dos sociedades lleva a hipotetizar los contactos históricos entre las mismas. Este trabajo de "reconstitución etnográfica", se hacían por cuestionarios de rasgos buscando las afinidades en determinadas áreas.

Estos dos tipos de investigación, difusionista y evolucionista, condujeron a la crítica sobre el valor de los datos así obtenidos fuera de su contexto. Esto, junto con el desarrollo progresivo del trabajo de campo, planteó la cuestión de la necesidad de entender los rasgos o elementos en el sistema en el que están integrados, anunciando la discusión entre términos emic y etic, que se desarrollaría en los años 50. De Francia, y de la recién creada sociología, provienen los primeros intentos serios por elaborar los marcos teóricos apropiados para el estudio de la muerte. Durkheim, , y más concretamente su discípulo, R. Hertz, además de Van Gennep, sustentan las bases teóricas que apoyarán posteriores estudios.

Durkheim es el primero en desarrollar una sociología de la religión. En respuesta al énfasis intelectualista de los evolucionistas, supone que la cohesión moral de la sociedad y sus expresiones en la religión han se ser explicadas en referencia a factores sociológicos y no en base a temores o imaginaciones intelectuales. Según Durkheim (1982), las concepciones sobre la muerte forman parte de la naturaleza de la religión y no son la causa de su origen. Lo que le interesa es saber porqué las representaciones colectivas son compartidas por individuos con identidades totalmente diferentes.

El discípulo de Durkheim, R. Hertz, tras adoptar los fundamentos de esta sociología de la religión, elaboró un estudio que tenía como objetivo la muerte. En su ensayo (1990 -1907), pretende mostrar cómo la muerte es algo más que un suceso natural que afecta al individuo; es un hecho que influye directamente sobre el grupo y su conciencia social. Utilizando como base de su trabajo datos etnográficos provenientes de los dayak de Borneo, estudia las ceremonias de las segundas exequias, que a diferencia de nuestra sociedad, presentan dos fases, una marcada por la provisionalidad y la otra , ya definitiva, pasando el muerto del mundo de los vivos al de los ancestros. La noción central del planteamiento de Hertz es el tiempo; en la conciencia colectiva del grupo, la muerte es un proceso de exclusión temporal del individu, marcado por un periodo de tabues entre sus familiares.

La importancia de Hertz quedó eclipsada por Van Gennep y su obra Los ritos de paso (1909). La tesis de Van Gennep es que todos los rituales envuelven el paso de un determinado estado a otro. Esta transición se compone de tres partes: en la primera, se produce la separación de un estatus; en la segunda,se pasa a un periodo de marginalidad, entre uno y otro estado, y el tercero, recoge la agregación al nuevo estado. Por ello, los ritos que configurarán cada paso serán, respectivamente, ritos de separación, de margen y de agregación.

Aunque parezca a primera vista que los funerales puedan ser considerados como ritos de separación, Van Gennep defiende que los ritos de margen y agregación también aparecen. El luto es considerado por Van Gennep, coincidiendo con Hertz, como un estado de margen para los supervivientes que coincide con el estado liminal del cadaver en su paso hacia el mundo de los muertos. El cese de ambos estados se realiza mediante ritos de agregación que concluyen el proceso.

Así, utilizando datos etnográficos de los Toda (Indonesia) y los Kol (India), y en concreto, haciendo referencia a la cremación, Van Gennep muestra la presencia y la complejidad de los ritos de margen y agregación que contienen las diferentes prácticas funerarias.

La importancia de esta elaboración teórica se refleja en la influencia que tuvo en posteriores obras. Hertz, como ya hemos comentado, también había desarrollado el concepto de separación y de liminalidad, pero es Van Gennep el que da consistencia teórica a tales conceptos. Victor Turner, ya en los años sesenta, retomará de nuevo estos conceptos de Van Gennep.

El concepto orgánico de sociedad que Durkheim había desarrollado en Las reglas del método sociológico (1895), es un principio básico del funcionalismo. Los sistemas culturales son como "organismos" cuyas partes no sólo se relacionan sino que además contribuyen a su estabilidad y supervivencia. Para el funcionalismo todos los sistemas sociales presentan ciertos requisitos funcionales que han de ser satisfechos para que el sistema se mantenga.

Bajo el epígrafe de funcionalismo, podemos encontrar de todo menos homogeneidad. Autores como Malinowski, Radcliffe-Brown o Leach, a pesar de tener rasgos en comun, difieren sustancialmente en el desarrollo de sus elaboraciones teóricas. Dada esta heterogeneidad, deberemos distinguir muy bien la aproximación de unos y otros al tema de la muerte.

Malinowski, en su intento por explicar el fenómeno de la muerte dentro de su teoría de la religión y a partir de una orientación psicologista, distingue entre ritos para un fín (magia) y ritos que son un fin en sí mismos. Los ritos funerarios pertenecen al segundo tipo. Malinowski afirma que una gran parte de la inspiración religiosa se deriva del hecho de la muerte; habla del miedo al cadaver y afirma la contradición entre la "tendencia de por un lado, conservar el cuerpo, mantener intacta su forma o retener alguna de sus partes y, por otra, el deseo de deshacerse de él, de quitarlo de en medio, de aniquilarlo completamente. La momificación y la incineración son las dos expresiones extremas de esa tendencia..." (Malinowski, 1982). Dice Malinowski que una de las más importantes funciones de la religión es que permite al ser humano no rendirse ante la muerte y la destrucción; explica la creencia en las almas como una respuesta "al hecho emotivo más profundo de la naturaleza humana, esto es, el deseo de vivir". El desarrollo de las costumbres funerarias, conectada con la creencia innata en la inmortalidad espiritual, es una parte del instinto de autodefensa, que permite al hombre alejar el miedo al cadaver que simboliza su miedo a la propia desaparición.La religión ademas neutraliza las fuerzas centrífugas que se producen en la sociedad por la amenaza al instinto de autoconservación, por la muerte.

Radcliffe-Brown (1986) y Evans-Pritchard (1979), expresan que los hechos religiosos tienen una relación funcional con los hechos sociales, una relación de partes entre sí dentro de un sistema coherente, y su conjunto como parte integrante de un sistema mayor, el sistema social. El estudio de una religión, para Radcliffe-Brown, "implica normalmente ciertas ideas o creencias, por un lado, y ciertas observancias (positivas y negativas), por el otro".(1986:177). Pero para comprender una religión, se ha de comenzar estudiando los ritos más que las creencias.

Para Radcliffe-Brown, "las ceremonias son el vínculo que mantiene unida a la multitud, y si desaparece el vínculo, la multitud cae en la confusión". La práctica religiosa se relaciona no con el mito, sino con el dogma. Esto hace posible que un mismo ritual pueda ser explicado de distinta forma por pueblos vecinos (o extraños).

Los ritos son las expresiones simbólicas  de ciertos sentimentos de modo que asumen una función social específica (siempre que regulen, mantengan y transmitan de una generación a otra, los sentimientos de los que depende la consitución de la sociedad). Así,el ritual se formula dando valor a objetos y ocasiones rituales que son importantes intereses comunes, o bien, son representaciones simbólicas de tales objetos y situaciones (esto no implica que no se crea en la eficacia de los ritos para evitar males y procurar bienes ni tampoco, que carezcan de racionalidad).

En cuanto a los ritos mortuorios, Radcliffe-Brown piensa que, como los de iniciación, o matrimonio, tienen lugar en ocasiones ceremoniales en las cuales el "estatus" relativo de los individuos o grupos se afirma o confirma. Sirven para "regular" y "refinar" los sentimientos humanos.(1986,p. 182). No son el resultado de una creencia en un alma que sobrevive a la muerte, sino que, desde un punto de vista de causa-efecto, ocurriría más bien lo contrario, ésta es el efecto y no la causa de los ritos. 

Evans-Pritchard incorpora a estos estudios, una nueva perspectiva: la que contempla el estado interior que el rito ( y la religión en general) representa para el individuo. Así, en La religión nuer (1982), muestra como los ritos funerarios entre los nuer denotan diversos tipos de ideas religiosas: sobre la noción de Dios y los diversos espíritus, los sentimientos de dolor, el destino tras la muerte, la relación entre vivos y muertos,  el concepto de persona (por ejemplo, el tipo de enterramiento diferencia los diversos estatus de que las personas ostentan dentro de la concepción simbólica del sistema social), las relaciones sociales y de parentesco (quienes deben enterrar al muerto, quienes deben asistir, quienes deben llevar luto, etc). Así, los muertos sancionan el orden social y familiar.

Además, piensa que para extraer algo de valor al estudio comparado de la religión (y más en concreto, de los ritos y creencias mortuorios), éste  ha de ser de carácter relacional: no conformarnos con las descripciones, ni con las clasificaciones.

Criticando el concepto de la función del ritual como cohesionador del grupo, Wilson (1939) realiza un estudio sobre las ceremonias funerarias nyakyusa, considerando que los comportamientos rituales pueden llevar a provocar antagonismos e incluso rupturas sociales. Esta misma idea es mantenida por Mandelbaum (1959), en su estudio sobre las ceremonias funerarias de los kota del Sur de la India, en donde constata por otra parte, la necesidad del grupo de ajustar las relaciones sociales cada vez  que uno de sus miembros fallece. Por ello, desarrollan un periodo de reajuste antes de perder a uno de sus miembros. Por ello, tras el primer funeral, en el que se procede a la incineración del cadáver se establece un periodo de tiempo antes de despedir definitivamente al difunto, en el segundo funeral.

Goody (1962) en su estudio sobre los Lo Dagaa analiza las complejas redes que se tejen alrededor de sus celebraciones funerales. Su trabajo desarrolla elementos teóricos planteados por el funcionalismo, interpretando el conjunto dinámico de estas celebraciones como una manera de preservar el orden social, pero reconociendo la conflictividad que supone la interacción entre sus participantes.

La escuela funcionalista, diseñada bajo la influencia de Radcliffe-Brown, abandonó el estudio de los fenómenos ideológicos y en especial de las formas simbólicas. Este autor, introductor de la obra de Durkheim en el mundo anglosajón, olvidó toda la teoría del simbolismo que se recogía en su obra (Luque, 1985). De la misma forma, afectando ya al campo de lo político, la revulsión teórica que representó la Escuela de Manchester, de la mano de Max Gluckman, tampoco tuvo en cuenta el fenómeno simbólico. Fue V.W.Turner el que recuperó esta dimensión simbólica del análisis de las relaciones sociales, que permitiria profundizar en campos como el de los mitos, los ritos o las creencias religiosas.

Para Turner (1980), los símbolos no sólo se presentan en determinados campos, los campos de lo "ideal", sino que estos imbrican toda relación social. Así, el estudio de los símbolos va unido a la práxis, aunque éste no se limita a la interpretación nativa, puesto que se encuentran significados de los cuales los nativos  no son conscientes. Esto es posible porque el significado tiene su origen en la organización de las instituciones y no en la mente humana. De aquí que la significación del hecho simbólico deba considerarse en términos de tres niveles:
  a) la significación exegética (interpretación endógena),
  b) la significación operacional (uso) y
  c) la significación posicional (relaciones estructurales entre los símbolos).

Las celebraciones del ritual son fases de amplios procesos sociales cuyo alcance y complejidad son más o menos proporcionales al tamaño del grado de diferenciación de los grupos en que se presentan.

Turner sigue a Radcliffe-Brown al señalar que los funerales se ocupan más de los vivos que de los muertos. En todos los rituales de crisis vitales se producen cambios en las relaciones de todas las personas estrechamente vinculadas al sujeto del ritual. Cuando una persona muere, todos los vínculos se rmpen y cuanto más importante es la persona, mayor e número y el alcance de los vínculos que han de romperse, teniéndos que establecer un nuevo patrón de relaciones sociales. Antes de todo esto se debe producir un periodo de ajuste, un intervalo durante el cual la sociedad pasa gradualmente del antiguo al nuevo orden.

Siguiendo a Van Gennep, los ritos de pasaje indican y establecen transiciones entre estados distintos ( por "estados" Turner alude a situaciones relativamente estables y fijas) que en todo caso pretende ser un concepto con un sentido más ámplio que el de "status", y hace referencia a cualquier tipo de situación estable y recurrente, cualturalmente reconocida. Para este autor, la transición es como un proceso , un llegar a ser, y en el caso de los rites de passage, incluso como una transformación.

También desde una perspectiva simbólica, Geertz (1987) estudia un funeral javanés. Partiendo del concepto de cultura como "un sistema de significaciones y de símbolos en cuyos términos tiene lugar la integración social" (p. 133), Geertz critica el análisis funcionalista en cuanto a su consideración del concepto de cambio social como algo degenerativo al sistema. La interpretación que hace de este rito no podría entenderse sin conocer la realidad conflictiva que afectava a esa comunidad. La mezcla de intereses políticos, culturales y religiosos, provocava una situación de tensión social, que hacía que el funeral estuviera dividiendo a la sociedad en vez de integrarla.

Geertz comenta que el ritual es no sólo un esquema de significación, sino también una forma de interacción social. En el contexto que analiza (el de un suburbio urbano formado por población de origen rural), la incongruencia entre este marco cultural de significación y el nivel de interaccion social provocó el fracaso de este funeral, como elemento aglutinante de la población.


LA MUERTE EN LA SOCIEDAD OCCIDENTAL.

En los años 60, surge un creciente interés por estudiar el fenómeno de la muerte en nuestra sociedad; se aprecia un progresivo rechazo a la muerte y a todo lo relacionado con ella (Ariès, 1975). El clásico trabajo de G.Gorer (1965), que describe los ritos funerarios en Gran Bretaña, constata cómo la muerte ha dejado de ser un espectáculo familiar. Ultimamente se aprecia un predominio creciemte de la incineración sobre la inhumanción, interpretándose este hecho como la forma màs rápida y eficaz de desembarazarse del cadáver (Thomas, 1978: 107).

En EEUU, por contra, surgen nuevos y suntuosos formas de abordar la muerte: la restauración del cadáver (tanatopraxia), la creación de espacios de despedida  del cadáver (funeral home),... Todo ello como un rechazo hacia la desaparición radical que provoca la muerte, y como una muestra de repugnancia por la destrucción física sin ritos ni solemnidad. Frente a una poco frecuente incineración, aparece como nuevo rito funerario, la crionización (congelación del cadáver).

Para Ariès, en los EEUU se deja un espacio social para la muerte, tal como en las civilizaciones tradicionales  hhacían (1975: 191). Al margen de la evidente vertiente económica, Huntington y Metcalf (1979) señalan, desde una perspectiva antropológica, una doble paradoja: por un lado, el hecho de que EEUU sea una sociedad pluricultural y se comparta un mismo ritual funerario, y por otro, que se combine este único rito con diferentes creencias y concepciones sobre la muerte. Explican estas contradicciones, señalando dos razones: el desarrollo de una industria funeraria, que mediatiza y monopoliza el campo de acción, incluso frente a la Iglesia y  los hospitales; y, a partir de una orientación psicológica (Becker, 1973), aludiendo a los sentimientos de miedo y culpa, "ocultados y evitados" tras estas prácticas. Thomas (1988), al abordar el tema de la incineración, comenta que ésta no "desborda" el propio proceso técnico, esto es , no se rodea de ningun elemento simbolico, puesto que no se ritualiza; es algo que está por elaborar.

Hemos de hacer referencia a tres trabajos, que tanto por su forma y contenido como por sus intenciones, son fundamentales para entender cómo deberían de ser los futuros estudios sobre la muerte y los ritos funerarios. Estos trabajos reunen tres principios fundamentales que han de ser tenidos en cuenta en los estudios antropológicos sobre la muerte y los ritos funerarios:

a) la necesidad de la comparación intercultural.  Huntington-Metcalf (1979) parten de este supuesto, aunque su utilización de los materiales etnográficos, más que para poner a prueba hipótesis explicativas, se reduce a la simple constatación de la diversidad de ritos y conceptualizaciones.

b) la selección de un tema concreto de estudio. Bloch-Parry, (1982) abordan el tema, relacionando la muerte y las formas de regeneración de la vida. No obstante,el conjunto de las etnografías que aquí se agrupan, comparte una intención más descriptiva que no explicativa (y no digamos contrastadora).

c) la colaboración interdiciplinar. Palgi-Abramovich, (1984), en su repaso de las diferentes orientaciones teóricas que han incluido a la muerte en sus objetos de estudio, consideran necesaria la colaboración interdisciplinar en el análisis de este fenómeno social.


PERSPECTIVAS DE INVESTIGACION FUTURA

En este apartado presentaremos nuevas aproximaciones a este tema, tanto teóricas como metodológicas. En su vertiente teórica, la muerte y los ritos funerarios son analizados en la actualidad en un conjuntos más amplio de hechos que solemos considerar bajo el epígrafe de estudios sobre las religiones. Las religiones como representaciones sociales se entienden desde Durkheim como un lenguaje, como un instrumento de comunicación y de conocimiento que nos proporciona la forma primordial de consenso que es el acuerdo sobre el sentido de los signos y sobre el sentido del mundo que ellos permiten construir. Esta perspectiva sitúa el problema en el plano del análisis estructural o fonológico de Lévi-Strauss. De esta perspectiva podemos destacar los estudios más formales sobre los ritos en "clave" estructuralista, la relación entre mitos y ritos y los mitos como formas de clasificación primitiva de la realidad.

Relacionada con los análisis anteriores están los estudios sobre la coherencia de las representaciones míticas o los estudios sobre las relaciones entre las distintas representaciones como la vinculación del concepto de persona con las ideas sobre el futuro del cadáver, que encontramos en Middleton (1973); las relaciones entre las ideas de muerte y prohibición del incesto en Heritier (1989); muerte y hechiceria, etc. Además están los estudios que analizan las relaciones de las representaciones con el orden social o su relativa autonomia. La conclusión a la que llega Marc Augé en el prologo a la versión francesa del libro de J. Middleton (1973) es que la relación entre ideología religiosa y estructura social no es una relación de correspondencia, de reflejo de una en otra, es una relación entre dos órdenes de representaciones. Así, la muerte se explica en el entrelazado de interpretaciones que constituye el sector ideológico. Los mitos, las representaciones ideológicas aportan una interpretación lógica a un orden social irracional, no para reflejarlo sino para comprenderlo.

Esta perspectiva suele olvidar las funciones económicas y políticas que el mito o el plano de representaciones simbólicas opera en el conjunto social. Los mitos se vinculan a las funciones de diferenciación social y de legitimación de las diferencias; es decir, las divisiones que opera la ideología religiosa vienen a recubrir las divisiones sociales en grupos o clases concurrentes de antagonistas. Esta función ya la manifestó Max Weber quien, como dice Bourdieu (1971), recalcó  cómo la religión sirve para conservar el orden social contribuyendo a su legitimación. Esta idea la encontramos en un autor próximo a Weber como Geertz (1987), quien en su definición de la religión  afirma que los simbolos sagrados significan o tienen la función de sintetizar un ethos de un pueblo. La religión es para este autor " un sistema de símbolos que obra para establecer vigorosos, penetrantes y duraderos estados anímicos y motivaciones entre los hombres formulando concepciones de un orden general de existencia y revistiendo estas concepciones con una aureola de efectividad tal que los estados anímicos y las motivaciones parezcan de un realismo único" (p. 89).

Resumiendo, las ideas sobre la muerte y los rituales funerarios en el marco de las representaciones ideológicas o religiosas pueden manifestar las diferenciaciones de la sociedad y pueden actuar dentro del conjunto de representaciones simbólicas como legitimadoras, recurriendo al plano de lo sobrenatural, de las oposiciones de clase dentro de la sociedad.

Desde un punto de vista metodológico, afirmando el carácter explicativo de la antropología y no solo el interpretativa, creemos que los futuros estudios sobre la muerte debería de tener en cuenta dos cuestiones:

A.-  La utilidad del método comparativo.
La comparación de materiales etnográficos no es una práctica reciente en antropología. Esta técnica, combinada a la de trabajo de campo, han parecido caracterizar esta disciplina. Nuestra opción por destacar la utilidad de la comparación se fundamente en una orientación teórica determinada, aquella que acepta la posibilidad de dotar a la antropología de un estatuto científico.

Algunos estudios sobre la muerte recurren a la comparación de materiales etnográficos. Uno de los primeros estudios en utilizar esta técnica fue el de Bendann (1930), en donde se recogían materiales de Melanesia, Australia, Siberia e India, agrupándose en una amplia variedad de ítems. Frente a esta orientación acumulativa habría que destacar a Rosenblatt et al (1976) que, utilizando datos de 78 sociedades (localizadas en el World Cultural Areas de Murdock), pone a prueba afirmaciones de universalidad con respecto a cuestiones de luto y reacciones ante la muerte.

Frente a un recurso inductivo de la comparación entre materiales etnográficos, nuestra propuesta destacaría su utilidad como recurso para poner a prueba hipótesis de carácter intercultural. La comparación ha de ser vista como un recurso para la experimentación en antropología.

A nuestro entender dos serían las premisas fundamentales de la comparación: 1) hay que comparar aquello que es comparable, y 2) para ello, la comparación ha de realizarse por medio de tipos, entidades o instituciones. Esto es, es preciso que haya cierta orientación teórica que guie la comparación.


B. La dificultad del establecimiento de un lenguaje intercultural.
La elaboración de un lenguaje que pudiera ser aplicado interculturalmente es un de los problemas clásicos de la antropología. Las primeras reflexiones sobre el tema se desarrollaron a partir de las reacciones a la metodología comparativa, pero sería en 1954 cuando Pike abordó esta problemática mediante el establecimiento de las categorías emic/etic. Para Pike, el lenguaje etic no es más que aquel desde el que partimos para analizar la cultura que vamos a estudiar. Por el contrario, emic sería aquel lenguaje construido para describir la realidad particular estudiada. El objetivo final del antropólogo, según Pike, sería la creación de una monografía, la elaboración de una descripción o teoría interpretativa que diera cuenta del funcionamiento de una cultura o sociedad. El desarrollo de teorías con mayor alcance y la puesta a prueba de las mismas por la comparación intercultural no parece posible en Pike.

Dos años más tarde, en 1956, Goodenough retoma la distinción de Pike, considerando, no obstante, la posibilidad de llevar a cabo la comparación de este lenguaje emic entre diversas monografías. Para ello, este lenguaje emic ha de ser elaborado como etic. En su artículo sobre reglas de residencia truk (1956), Goodenough nos indica cómo realizar este paso que permita un estudio comparativo.

Harris (1978) interpretó la reflexión de Pike, relacionando los términos emic-etic con conductual-mental. La popularización de esta forma de revisar a Pike ha sido desafortunada para el desarrollo de esta problemática, y ha llevado más a errores y confusiones que a otra cosa. Por ello, y aunque brevemente A. González (1990) propone rescatar el sentido de estos términos de las manos de Harris, comentando la necesaria reflexión que ha de realizar una antropología que se considere científica, sobre la construcción de los términos que emplea.


CONCLUSIONES.

El análisis de las diferentes orientaciones teóricas ha mostrado cómo éstas comparten muchos elementos en común.  Tanto en la determinación de la muerte como objeto de estudio, como en las perspectivas de las que parten, rechazan la imagen monolítica que para algunos parece encerrar el tèrmino de orientación teórica. En base a esto, creemos en la capacidad de comparar y "dialogar" entre estas diferentes formas de abordar las realidades sociales.

En concreto, en la determinación de una antropología de la muerte, como campo de estudio diferenciado dentro de la disciplina, el primero que habló de tal supuesto, fue Thomas, que acuñó el término "sociotanatología". Según sus palabras, la sociotanatología, materia pluridisciplinar por definición, "toma el pretexto de los muertos y de la muerte para instituirse como crítica del propio entorno social" (1978). Nosotros entenderíamos el estudio de las muerte, como interpretación del entorno social, pero no como crítica social. Los supuestos de Thomas nos parecen un poco arriesgados.

La institución de la antropología de la muerte parece ser un hecho, en vista de los recientes estudios sobre el tema. Nuestra aproximación a él ha sido prácticamnte introductoria, si bien nos ha permitido reconocer su riqueza de análisis desde una perspectiva sociocultural.


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