domingo, 16 de diciembre de 2012

Que no se diga que perdemos la esperanza de cambiar este mundo

No soy dado a las felicitaciones de Navidad. Me provocan un empacho de ñoñería. Pero el año pasado, ya se me ocurrió hacer llegar a algunos íntimos una imagen de la nueva tragedia griega. Y éste, no va a ser menos.  Ahí va:


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